El Panel Científico sobre Cambio Climático de Naciones Unidas – IPCC 2022 – ha sacado un nuevo informe donde actualiza los datos de cambio climático. El IPCC 2022 afirma que “en el período 2010-2019, las emisiones medias anuales de gases de efecto invernadero a escala global se situaron en los niveles más altos de la historia de la humanidad”. La ONU continúa en su informe: “Si disponemos de las políticas, la infraestructura y las tecnologías adecuadas para realizar cambios en nuestros estilos de vida y comportamientos, de aquí a 2050, podremos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre el 40 % y el 70 %. Esto ofrece importantes posibilidades que aún no hemos aprovechado”.
Según Bill McKibben, fundador de la plataforma 350.org, los principales puntos resumen del IPCC 2022, todavía en borrador, son los siguientes:
- Instalar grandes cantidades (ahora baratas) de solar y eólica.
- Electrificar el sistema energético.
- Conservación y eficiencia.
- Investigar todo aquello que produce emisiones de manera masiva (aviones, cemento, etc).
- Parar de cortar árboles para el ganado.
Basic IPCC formula, in order
1) build massive amounts of (now cheap) sun and wind
2) Electrify everything to run on it
3) Conservation and efficiency
4) Research the hell out of the last hard stuff (planes, cement, etc)
5) Stop cutting down trees for cows (or anything else)— Bill McKibben (@billmckibben) April 4, 2022
Tímidos avances en nuestro país
En España, el gobierno se puso las pilas hace dos años, cuando aprobó el PNIEC donde se establecieron unos objetivos relativamente ambiciosos para un país que, a pesar de ser el más soleado de Europa, había determinado un impuesto al sol. El Gobierno de España no para de afirmar que la transición energética será justa, pero el modelo impulsado está siendo el de las macroplantas solares, muy contestadas por ecologistas y personas que se preocupan por el entorno rural. En dicho plan, desde nuestro punto de vista, no se tiene en cuenta las posibilidades que suponen los tejados que ya existen en el país. Según nuestros cálculos se podría alcanzar un porcentaje superior al 60% de los objetivos del PNIEC gracias a la ciudadanía, llenando las cubiertas de pueblos y ciudades de placas solares.
El poder del autoconsumo
El gobierno se ha puesto como objetivo instalar 37 GW de energía solar fotovoltaica. Para hacer nuestros cálculos partimos de tres datos:
- Existen 19 millones de viviendas habituales en España, que representan el 74.6% del parque nacional.
- La demanda eléctrica total en el año 2021 ha sido de 242.401 GWh, según Red Eléctrica Española.
- En España tenemos entre 2.500 y 3.000 horas de sol al año, en función del lugar de la geografía del país, ya que no hay el mismo sol en Bilbao que en Sevilla. Si instalamos un autoconsumo en casa, podemos asumir que tenemos 1.500 horas de rendimiento pleno de la instalación. La mitad de las horas de sol que existen, sin que haya una nubecilla, por ejemplo, que tape nuestra instalación. Si instalamos un autoconsumo de 2 kW en cada vivienda, tendríamos una cifra final de aproximadamente 3 megavatios hora por vivienda y año.
El objetivo del PNIEC es llegar al 74% de renovables para el año 2030 en generación eléctrica. En la actualidad el mix energético del país cuenta con un 46,7% de renovables, por lo tanto nos queda por completar un 27% extra aproximadamente para llegar al objetivo, y aquí viene nuestra propuesta: hagámoslo con los tejados de la gente. Esta estrategia es especialmente pertinente tras la invasión de Rusia a Ucrania, que ha evidenciado la importancia de sistemas energéticos descentralizados y en manos de las personas. Nuestro compañero Mario Sánchez-Herrero nos lo deja claro en este vídeo, especialmente relevante ahora, con la invasión de Putin a Ucrania.
Macroproyectos o renovables en manos de la gente
Como hemos comentado antes, frente a la idea de poner la energía en manos de la gente, aparecen los megalómanos que viajan en cohete, y que proponen grandísimas infraestructuras para surtir de energía no solo a España, sino a toda Europa.
Spain should build a massive solar array. Could power all of Europe.
— Elon Musk (@elonmusk) April 4, 2022
Para nuestra desgracia, presidentes y exministros contestan graciosamente al hombre que no se despeina al afirmar que el “cambio climático es la mayor amenaza de la humanidad” y que está “super contento de que la nueva administración [estadounidense] esté centrada en el cambio climático” mientras lanza alegremente cohetes al espacio. Una de sus naves espaciales genera tanto CO2 como 395 vuelos transatlánticos. Lo mismo ocurre con su inversión en Bitcoin, la criptomoneda más contaminante, en la que ha invertido, que se sepa, más de 1.500 millones de dólares.
We’re already implementing most ambitious plan towards efficient & sustainable energy system. All sectors on board. Maximizing opportunities, digitalization and value chain for a long lasting success. Time is now. Let's get it right. Come and see.
We welcome investors in Spain. https://t.co/QVPnxaQHui
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) April 5, 2022
We welcome investments in Spain to boost our already large production of renewables. All our legal framework is prepared for it. Know any investors?
— Pedro Duque (@astro_duque) April 4, 2022
Por supuesto la propuesta de Elon Musk es, para España, una idea geoestratégicamente interesante. Ser la batería de Europa nos colocaría como país central en las políticas energéticas europeas. Sin embargo, antes que en la geoestrategia deberíamos pensar en algo mucho más urgente: el cambio climático y el modelo energético que buscamos para mitigarlo. “El retraso en la acción climática significa muertes”, señalaba el grupo de científicos de Naciones Unidas encargado de estudiar la crisis climática.
Hace ya tres años, 11.000 científicos y científicas firmaron una carta donde afirmaban que el cambio climático producirá un “sufrimiento indecible”. Sin embargo, cuando unos cuantos científicos y científicas lo hacen notar manchando de zumo de remolacha el Congreso, parece que esta acción no violenta es más grave que los propios efectos del cambio climático. Que las políticas de transición energética pasen a segundo plano bien, pero la remolacha en el Congreso, oye, qué mal.
Lo urgente y lo importante
Rebelión Científica aprovechó la salida del nuevo informe del IPCC 2022 para dar una mayor visibilidad a su acción. Ya poca gente discute la evidencia científica del cambio climático – aunque alguno queda – sin embargo, sigue sin ser la prioridad número 1 de la agenda política. Y no solo el implementar medidas para dotarnos de una economía descarbonizada, sino que esas medidas doten a la gente de una mayor capacidad de decisión sobre qué modelo energético quiere.
El pasado 8 de abril tuvimos un ejemplo de lo que supondría un sistema con energía renovable. Estuvimos muy cerca de cubrir la demanda con renovables, y de hecho, a las 17.00 casi lo conseguimos.
Lo que hizo que los precios de la electricidad en España fueran cercanos a cero a esa hora, frente a los 238 de Italia o los 186 de Francia.
Una economía descarbonizada y un sistema energético renovable son las premisas necesarias para reducir emisiones y mitigar los gases de efecto invernadero que generan el calentamiento global, en manos de quién esté esa energía es el siguiente reto que tenemos que abordar.