“Cuando quieras hacer algo, hazlo. No aguardes hasta que las circunstancias te parezcan favorables”
Hoy os vamos a hablar de cuestiones que no suelen ser muy difundidas, o que si se hace es desde el conocido marketing verde. Pero es necesario que las empresas, organizaciones, instituciones, etc., así como cada persona a título individual, lleve a cabo todo un ejercicio de transparencia, sustentado en la honestidad, que nos ayude a detectar cuáles son los factores que podemos mejorar, así como evaluar las decisiones que tomamos cada día y los procesos empleados. Y de esto, precisamente, versa hoy nuestro post, de no abordar sólo la finalidad de un proyecto si no también cuestionarnos los procesos, analizar todo nuestro genoma que es el que determina nuestro ADN. Proyectos de impacto positivo que intentan ir más allá, desde el análisis y la reflexión, buscando ser verdaderamente transformadores y catalizadores, creando todo un espacio compartido, toda una comunidad.
¿Cómo medimos nuestro impacto ambiental?
Para abordar este último punto, es necesario hablar de las diferentes maneras de medir y determinar el impacto ambiental de un producto, proceso o sistema, entre las que podemos destacar el Análisis de Ciclo de Vida o la Huella de Carbono.
Análisis del Ciclo de Vida (ACV)
El Análisis de Ciclo de Vida (ACV) es una herramienta metodológica que mide lo anteriormente expuesto desde un enfoque holístico. Se centra en todas las entradas y salidas de los procesos que participan a lo largo del ciclo de vida de cualquier producto, proceso o sistema, integrando todos estos aspectos de manera global y no como la suma de las partes. Dependiendo de qué impactos ambientales se desean obtener resultados, se utilizarán unas categorías u otras. Las más empleadas son: calentamiento global, consumo de recursos energéticos, reducción de la capa de ozono, eutrofización, acidificación, consumo de materias primas y formación de oxidantes fotoquímicos.
Huella de Carbono (HC)
En el caso de la Oleada Solar, y por una cuestión metodológica pero principalmente de tiempos, hemos decidido centrarnos en reducir la Huella de Carbono (HC). Este concepto, que es derivado de la Huella Ecológica, mide la totalidad de gases de efecto invernadero (GEIs) emitidos por efecto directo o indirecto de una persona, organización, evento o producto, es decir, tiene en cuenta todos los GEIs que contribuyen al calentamiento global para después convertir los resultados individuales de cada gas a equivalentes de CO2. Podríamos, por tanto, considerar la HC como una versión simplificada de un ACV, ya que tan sólo se mide una categoría de impacto ambiental, la relativa al calentamiento global.
¿ Es ésta la mejor manera de determinar el impacto de la Oleada Solar?
Posiblemente no ya que no tiene en cuenta una visión integral de todas las categorías de impacto como sí hace el ACV. Un ejemplo claro de esto es lo que sucede con una central nuclear ya que ésta presenta una baja HC durante su funcionamiento pero no así si se tiene en cuenta toda su vida útil. Si se realiza un ACV, se mostrarían impactos medioambientales muy amplios y prolongados en el tiempo (extracción y enriquecimiento del uranio, construcción de la planta, desmantelamiento de la misma, gestión de los residuos nucleares, etc.).
¿ Por qué lo hacemos así?
Como consecuencia de la visión de mejora continua que promovemos así como de transparencia, entre nuestros objetivos futuros está poder llevar a cabo un ACV de cada uno de nuestros proyectos. Pero mientras tanto, es fundamental poder medir lo que estamos haciendo para limitar y reducir las emisiones, compensarlas para neutralizar el impacto generado y comunicar tanto interna como externamente estas cuestiones, un factor crucial para sensibilizar y concienciar a la ciudadanía.
La medición de la Huella de Carbono de la Oleada Solar está intrínsecamente relacionada con la reducción de las emisiones. Así, nos propusimos cuando lanzamos la primera Oleada, el 5 de abril del pasado año, que todos los materiales de la misma fueran de fabricación europea, siempre y cuando fuera posible. Y, prácticamente lo ha sido a excepción de algunos componentes que iremos desgranando a continuación.
Los materiales de la Oleada Solar
Comenzamos por los paneles fotovoltaicos, el elemento central de la instalación. Nuestros paneles, policristalinos, modelo SunPrimo PM060PWI, proceden de la empresa AUO, que cuenta con la primera verificación de Huella de Carbono PAS 2050 para un módulo fotovoltaico. Con una huella de carbono baja y una fabricación y comercialización sostenible, acorde a las regulaciones de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) en los Estados miembro de la UE, era a priori la mejor elección. Pero hubo más factores que determinaron que escogiésemos esta empresa. Su calidad y resistencia, no hay que olvidar que estarán más de 30 años en un tejado a merced de fenómenos meteorológicos, era otro de los factores clave. Pero además, queríamos que el proceso no se deslocalizara, lo que suele llevar parejo una externalización de los costes sociales y medioambientales, sino que se realizara toda la fabricación de los paneles en Europa, generando empleo local, de calidad y que respetara los derechos laborales. Y, aunque hemos intentado que así sea y prácticamente toda la transformación, desde el silicio purificado hasta el producto final, tiene lugar entre Noruega y Polonia, hay un proceso de fabricación que se realiza en Taiwán. Concretamente el aspecto más tecnológico, consistente en la colocación de cintas de metal incrustadas en la superficie conectadas a contactos eléctricos, que son las que absorben la energía eléctrica que generan las uniones de las celdas a causa de la irradiación solar y la transmiten, tiene lugar en este país asiático.
Todo el proceso previo, el de la producción de celdas cristalinas, que consiste básicamente en producir un bloque sólido de silicio que se corta en láminas muy finas denominadas obleas de las que se obtendrán estas celdas, se lleva a cabo en la fábrica de Noruega, la cual emplea energía renovable, hidroeléctrica, para su funcionamiento. Además, nos parece importante destacar que seleccionamos paneles policristalinos donde se emplea una menor cantidad de silicio, ya que éste no es puro, siendo la diferencia de eficiencia despreciable pero suponiendo un menor impacto ambiental al necesitar extraer menos recursos para la producción. El último paso, el ensamblaje de las células solares y el montaje del marco, tiene lugar en Polonia.
Los inversores, modelo Sunny Boy 1.5/2.5, otra de las piezas fundamentales en una instalación fotovoltaica, proceden de la empresa alemana SMA. Una vez más, fabricación europea, descomplejizada y sobria que no lleve asociado un gasto energético innecesario. Se seleccionó este modelo por su pequeño tamaño y bajo peso lo que facilita su instalación y montaje tanto en interiores como exteriores.
La distribuidora, AS-Solar, nos suministra ambos elementos por carretera, en camiones que llegan directamente a Madrid para facilitar que de ahí se distribuyan a las diferentes Comunidades Autónomas desde un punto más equidistante. Esta empresa, que pertenece a la economía social y solidaria, comparte nuestros valores sociales, ambientales y económicos, lo que resulta fundamental para favorecer el entendimiento y trabajar por un objetivo común.
Con respecto a la estructura de la instalación, trabajamos con la empresa valenciana Fernangas SL, que nos proporciona una estructura de aluminio resistente y duradera. Tras una amplia búsqueda, seleccionamos ésta porque nos ofrecía, además, unos perfiles de la máxima calidad pero que reducía la cantidad de aluminio empleada, optimizando recursos, a lo que exige cada proyecto acorde a las especificaciones técnicas y la legislación vigente. En esta búsqueda por conseguir que la Oleada contribuya a dañar lo menos posible el planeta, hemos intentado averiguar la procedencia del aluminio que utilizamos, que por cuestiones técnicas tiene que ser de primer uso, a sabiendas del gran impacto medioambiental que tiene la extracción de la bauxita con la que se elabora. Sin embargo, sólo podemos trasladar dos cosas: la primera que el precio de este material, junto al de otros muchos, se determina en la bolsa de metales de Londres, siendo su distribución monopolizada por dos grandes compañías; y la segunda, que ante la más que evidente escasez de recursos en un futuro no tan lejano, resulta imprescindible que la gestión, recogida y reutilización de este material sea una prioridad, cuando cumpla, dentro de 30 años o algunos más, su propósito o vida útil.
¿Y qué hacemos con los materiales de la Oleada Solar cuándo termina su vida útil?
Un poco más arriba os hablábamos del aluminio y el inversor y otros componentes eléctricos y electrónicos se pueden llevar a un punto limpio. ¿Y los paneles? La empresa AUO está adherida a PV CYCLE, una asociación sin ánimo de lucro que desde el año 2007 gestiona el sistema operativo más importante de recogida y reciclaje de paneles fotovoltaicos al final de su vida útil en toda Europa.
(De nuestro artículo Los instaladores solares, al frente de la revolución solar en El País)
Y, para finalizar, queríamos destacar cómo la Oleada Solar es posible gracias a una red de instaladores locales, más de 50 empresas que dan empleo a 200 personas, repartida por toda España y que permite no sólo reducir la huella de carbono y generar empleo si no también construir todo un tejido socioeconómico local sustentado en los valores de la economía social y solidaria.
“Hace mucho tiempo que integramos en nuestro ADN que la suma de muchos pequeños, nos permite no sólo ser competitivas contra las grandes corporaciones si no también nos diferencia de ellas. Porque a pesar de que las grandes empresas tienen todo a su favor, ya que las reglamentaciones parecen estar hechas a su medida, la colaboración entre las pequeñas organizaciones puede crear estructuras competitivas, sostenibles, emancipatorias y revolucionarias”.