¿Qué medidas se pueden aplicar para afrontar la pobreza energética en España?

15/01/21 | ENERGÍA

Tras el paso de Filomena por nuestras ciudades, se ha hecho evidente la necesidad de actuar ya contra la pobreza energética. Como indicamos en el anterior post, este problema ya afecta al 20% de los hogares en nuestro país. Está claro que si una familia tiene ingresos suficientes no pasará frío. Pero más allá de esta obviedad, tiene sentido hablar de pobreza energética por dos razones.
Es posible y tiene sentido diseñar políticas públicas que actúen sobre esta manifestación concreta de la pobreza, lo que justifica un tratamiento diferenciado. De hecho, en todos los países y también en el nuestro, se aplican medidas que van a atajar este problema en concreto, como existen políticas de vivienda y otros servicios sociales. 
Además, detrás del suministro de energía hay oligopolios que tradicionalmente han retenido mucho poder, empleado para estar a cubierto de la competencia. La historia reciente de nuestro país está llena de ejemplos de cómo distintos gobiernos han legislado en contra de los consumidores para defender la cuenta de resultados de las grandes energéticas.

Bono eléctrico y bono térmico

En España existe desde hace años lo que se conoce como bono eléctrico y también el recientemente llamado bono térmico. Ambos no son otra cosa que precios más baratos en los suministros energéticos para las personas en situación vulnerable. Igualmente, con motivo de la pandemia, el gobierno ha ido prolongando la prohibición del corte de los suministros por impago. Con medidas como éstas el problema se minimiza o se aplaza, pero no se resuelve. 
En otros países con políticas sociales más generosas, las personas en situación precaria cuentan con un mínimo energético garantizado sin coste, que alcanza a la energía que se considera mínima imprescindible para mantener una vida digna. 
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Cambio de modelo energético

Debemos recordar que junto a las medidas dirigidas a colectivos vulnerables, tenemos a nuestro alcance un nuevo modelo energético basado en el uso más racional de la energía y en tecnologías limpias y renovables. Para favorecer el ahorro energético deberíamos cambiar, por ejemplo, el diseño de nuestra factura de la luz, disminuyendo el precio de la parte fija (la que se paga tanto si se consume como si no, que es en España de las más caras de Europa) y aumentando la variable, la que depende de la energía consumida. Cuanto más cara sea esta última (y más barata la fija) mayor incentivo tendremos para ahorrar. 
El autoconsumo debería estar en el primer lugar de la agenda de los partidos y de los gobiernos y generalizarse entre la población en tiempo récord. Pero es que además resulta ser una magnífica herramienta para luchar contra la pobreza energética. Las administraciones pueden dar peces o dar cañas con las que pescar. Pueden pagar, en las dependencias sociales, las facturas de las compañías de la luz o colocar paneles sobre las casas de personas en situación de vulnerabilidad, devolviéndoles autonomía y libertad.
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